Regularidades del Desarrollo de la Geografía.

Publicado en por Sociedad Mexicana de Teoría

Cuadernos STMHG 

Regularidades del Desarrollo

de la Geografía

 

José C. Martínez Nava.

 

 

Ante el problema de la Reforma al Plan de Estudios, con este documento pretendo mostrar la gran importancia que tiene las consideración de las regularidades del desarrollo de la Geografía.

 

Este problema no puede considerarse como el problema central, es más complejo que eso.  Es un reflejo directo de un problema insoluble hasta ahora, que hemos arrastrado los geógrafos durante más de veinte siglos: qué estudia la Geografía y cómo hacer coincidir los aportes teóricos y metodológicos sobre ese objeto de estudio con la actividad político-productiva de la humanidad.

 

No es difícil darse cuenta que la Geografía que se pretende reformar –o incluso suplir–, no satisface ni responde a los reclamos prácticos, y ante todo, productivos, de la sociedad mexicana.  Pero, ningún proyecto ha satisfecho estas exigencias hasta hoy.  Todos los intentos de una conformación científica de los conocimientos geográficos en la historia, han tenido que luchar por satisfacer estos requerimientos.  Sin embargo, hoy más que en cualquier otra fase histórica, contamos con la posibilidad de lograr un progreso real en este campo, con base en la asimilación consecuente de la dialéctica materialista.  En caso contrario, a lo único que aspiramos es a seguir a la Geografía anacrónica con sus viejos problemas.

 

Además, coyunturalmente existen otros problemas  que será necesario resolver satisfactoriamente.  La reforma al Plan de Estudios del Colegio de Geografía, no debe responder a reivindicaciones políticas, ni debe ser tratada como algo puramente académico; está muy lejos de dichos objetivos.  Esta problemática debe ser resuelta con un afán cabalmente científico, que aunque responda a posiciones políticas y filosóficas diversas y diametralmente opuestas, no pierda de vista la objetividad.

 

Del mismo modo, tampoco se trata de cambiar el orden temático del Plan de Estudios, ni de sustituirlo por otras materias, de un proyecto de Geografía que a pesar de su consistencia, haya avistado los mismos defectos que l anacrónica.  Esto no pasará de ser una “marrullería” de geógrafos  o grupos enteros que no quieren aceptar ser rebasados científicamente.

 

Las leyes del desarrollo de la ciencia, y por tanto, de la Geografía, son elementos fundamentales que ayudarán a dar salida a esta problemática, ya aunque necesariamente merezcan un estudio un estudio más riguroso, sí es muy importante comentarlos, ya que cualquier resolución que se acepte, será inoperante científicamente si no tiene en cuenta las regularidades externas e internas que rigen el desarrollo del conocimiento geográfico y que determinar el avance progresivo de acuerdo a las exigencias científicas actuales.

 

 

  • Regularidades Externas.

 

Como en cualquier ciencia, la actividad productiva de los seres humanos, dentro del conjunto de toda la práctica social, desempeña un destacado papel determinante para le desarrollo de la Geografía.  Pero, ¿cómo se manifiesta esta regularidad en nuestra ciencia?

 

En la historia del saber geográfico, los descubrimientos teóricos y empíricos, siempre fueron consecuencia de una necesidad social; surgen y se producen cuando se han acumulado las condiciones prácticas de la sociedad.  Incluso la circunnavegación de África realizada por los fenicios por órdenes del faraón  egipcio Nekao, que amplió los conocimientos geográficos del mundo, responden al afán de expandir la dominación económica a otros lugares y gentes por parte del imperio del Nilo; pero también se conjuga el avance técnico de navegación y los conocimientos acumulados por los fenicios para llevar a buen término esta empresa (el saber determinar posiciones geográficas a partir de instrumentos y mediciones astronómicas).

 

Lo mismo puede decirse de un viaje de Kolaios (de origen samio), en el siglo VII ane, que derivó en uno de los mayores negocios de la época.  Hacia el año 620 ane, con todas las facilidades y materiales, Kolaios descubrió la ruta secreta norteafricana de los fenicios, y logró llegar a Tartessos, consiguiendo un maravilloso trípode de bronce que era una maravilla artística, como diezmo del beneficio a la patrona de Samos (Hera).

 

Los dos ejemplos anteriores confirman las palabras de Andreiev: La creación científica se incrementa cuando va acompañada del progreso técnico.  Estos dos procesos están sólidamente vinculados entre sí, ejercen influencia mutua progresista”[1].

 

El geógrafo, por muy genial que sea, y aunque estén manifiestos los reclamos sociales y los avances técnicos, no podría resolver consecuentemente el problema que nos ocupa, sin una vinculación estrecha y orgánica con las investigaciones geográficas teóricas y prácticas, con los hombres que le rodean y con las condiciones materiales en que vive.

 

Lo justo del planteamiento y resolución del problema que nos ocupa, responde a un hecho objetivo.  No es un capricho, ni es el resultado del libre albedrío de algún geógrafo o grupo de geógrafos, sino que es la consecuencia de los reclamos surgidos en nuestra sociedad en su actividad práctica, y a los cuales los geógrafos acientíficos no han dado respuesta.

 

Carlos mar, en su Prólogo de la Contribución a la Crítica de la Economía Política, escribía que “la humanidad se propone únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues, bien miradas las cosas, vemos siempre que estos objetivos sólo brotan cuado ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su realización”[2].

 

Y, las condiciones materiales en México no sólo están dadas, sino que también nos exigen urgentemente hacer los cambios sustanciales en el contenido de la Geografía.  Pero, estos cambios no se podrán realizar lógicamente, si no están basados en la única teoría científica del conocimiento: la dialéctica materialista.

 

 

  • Regularidades Internas.

 

La Geografía, lo mismo que todas las ciencias, está en último término subordinada a la práctica social, pero como todo proceso histórico tiene su fuente interna de progreso, por lo que adquiere cierta independencia relativa con respecto a aquella.

 

El perfeccionamiento de los conocimientos geográficos se logra de acuerdo a las leyes de la dialéctica.  La unidad y lucha de contrarios es la fuente interna y fuerza motriz de su desarrollo.  Este último se lograba y se logra mediante la superación de las contradicciones que surgen sin cesar  entre los geógrafos en su interpretación del objeto de estudio.

 

La unidad y lucha de contrarios se manifiesta como una unidad y lucha de opiniones entre geógrafos con distinta cosmovisión; aquí es importante descubrir las dos tendencias históricas fundamentales, pues sólo de este modo se podrá explicar qué estudia la Geografía.

 

Una vez descubiertas las dos tendencias fundamentales, habrá que descubrir que no siempre la lucha entre ellas fue dialéctica, máxime si uno de estos fue pasivo.  En los últimos 300 años, época dominada por la Geografía idealista, la lucha fue lógico-formal, que frenó o hasta hizo retroceder los conocimientos geográficos, debido principalmente a que respondían a fines arbitrarios y no objetivos.  En cambio, la lucha dialéctica de opiniones y teorías desarrollan a ciencia porque surgen independientemente y al margen de la conciencia o pensamiento científico.

 

El papel colosal de la dialéctica marxista en esta coyuntura radica en que, nos permite distinguir que la lucha de los proyectos de Geografía desarrollados en los últimos 40 años en México, es una unidad contradictoria subjetiva.  Que la contradicción realmente objetiva es la lucha que comienza a desplegarse entre las “viejas Geografías” materialista inconsecuentes, estructural-funcionalistas, y neopositivistas en general, y la Geografía sustentada en la teoría del conocimiento materialista dialéctica.  La única solución científica, por tanto, será la superación de dicha contradicción tomando los elementos fenomenológicos más progresistas de aquellas Geografías y elevando la teoría del espacio geográfico como fundamental.

 

Diez años atrás era difícil dar este paso, debido a que las condiciones subjetivas no habían madurado; sin embargo, la ley del paso de los cambios cuantitativos a los cualitativos, nos previene que esas condiciones cuantitativas (con la acumulación de problemas y soluciones dadas durante este tiempo), han provocado la necesidad y posibilidad de tal cambio radical.

 

Esto es muy importante, pues más que ninguna época de la historia de la Geografía, esta posibilidad e solución dialéctico marxista, da la oportunidad a los geógrafos mexicanos, o, por o menos a los que estamos en esta empresa, de convertirnos en la vanguardia de la Geografía en el mundo.  Y, lo peor que puede pasar, es nuestro no-reconocimiento –cosa que tendrá que acontecer y que hemos experimentado–, pero ésta será una respuesta inofensiva, porque corresponderá  a las últimas patadas de una Geografía próxima a ahogarse.

 

Aquí será necesario pensar en la ley de la negación de la negación, que nos enseña el desarrollo de nuestro conocimiento, que ese en espiral ascendente, donde esta etapa representa la más reciente vuelta en la cual se produce una especie de regreso al pasado, pero en un nivel superior; cosa que no entenderán los menos versados, sobre todo, porque el rescate de la antigua Geografía parecerá retardatario; pero entonces preguntaré: ¿para qué rescatar a Humboldt, Ritter, Varenio, Estrabón, etc; y no también a Anaximandro, Eratóstenes, Hiparco, Ptolomeo, etc; y analizar por qué ellos juntos teniendo el real conocimiento geográfico no lo pudieron ubicar en la teoría del espacio geográfico para superar esa contradicción dialéctica fundamental?

 

Finalmente, la continuidad en el desarrollo de la Geografía, nos enseña que la Geografía por venir, será obra de muchas generaciones de geógrafos.  Si hoy la Geografía precientífica sigue teniendo el papel regente, aunque más difícil, “las aguas tomarán su cause”, y aunque tarde, estos proyectos de Geografía se convertirán en casos particulares.

 



[1] Andreiev, I; La Ciencia y el Progreso Social; Editorial Progreso, Moscú; p.87.

[2] Marx, Carlos; Prólogo a la Contribución de la Economía Política; Obras Escogidas, Tomo I,; Editorial Progreso; p.518.

 



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